El contenido de este blogspot son ensayos, artículos, críticas u opiniones acerca del cine y del arte en general. Por favor, no mal-interpretar las intenciones: en el cine como en el arte no hay verdades absolutas, y lo que haya a continuación no es más que un punto de vista por momentos humilde, por momento pretenciosos. Para más info acerca de los objetivos de este espacio, por favor, remontrse a la primera nota.
"PRUEBA=NO ERROR"

CINE EXÓTICO


¿Qué es lo que nos gusta de las imágenes?¿Qué extraños mecanismos funcionan en nosotros detrás de la visualización del mundo que ofrece la película?¿Hasta qué punto nos gusta la película como construcción y hasta qué punto nos dejamos seducir por lo exótico de los paisajes y personajes?
El cine, como técnica, siempre tuvo esa vocación ontológica de dar una imagen de la realidad “embalsamada 24 veces por segundo” (en términos bazinianos), como en un juego de espejos. Imposible sería negar esta casi-sentencia que acompaña a la imagen cinematográfica.
Sin embargo, donde esa imagen tiene algo más que su referente, ahí hay un indicio de que el cine es también otra cosa. No quisiera poner en tela de juicio la autonomía del cine como arte o no, me refiero a cómo nosotros percibimos esas imágenes y cómo se construyen.
La imagen documental, por su estrecha relación con la realidad, es en sí una imagen seca, pero que posee la potencia de ser terreno fértil, ahí donde se busca algo más que la imagen en sí: un cine quimérico y mágico donde documental y ficción hacen el amor, sin poder descifrar bien quién es quién, y sin darle importancia. Sencillamente es.  El espectador se dispara a través de ella hasta llegar fuera de la pantalla, a la realidad en sí, enfrentándolos. Es 100% activo.
Hay otro tipo de imagen documental, que es el registro de un mundo determinado, sin ningún tipo de búsqueda hacia fuera del mismo: son las grabaciones familiares, y todo tipo de registro de un contexto específico, destinado para los integrantes del contexto mismo. Muestran desprejuiciadamente. Hay cierta referencialidad e identificación negada por el tiempo. Un tipo de imagen nostálgica, pero arrulladora. Que incluso, sin pertenecer al contexto, gusta.
Por el contrario, hay un tipo de cine que se declara ficción, pero es tramposo porque muestra y construye mundos desde una mirada propia del documental, que no es más que un manojo de piedras con las que se cubren los baches de una calle, o la poca fuerza, falta de interés, falta de voluntad, falta de relevancia, falta de imaginación y hasta falta de amor en el contar historias. Es como el espectáculo que maravilla por su esplendor, y no por su contenido en sí; solo que en este caso maravilla con ese velo “social” propio de la imagen documental. Es acá donde interfiere la política y donde el mensaje se vuelve peligroso o por lo menos tendencioso: Nos gusta porque es exótico, nos conmueve porque es diferente. Vamos al cine como si fuésemos al zoológico. Y también, de alguna manera acaricia nuestro ego con esas barras de metal que lo separan y diferencian: yo-hombre libre, y por lo tanto mejor que aquella miseria encerrada, que se convierte en tal solo por el hecho de ser la observada. La pantalla nos tranquiliza, vuelve a ese mundo extranjero (podríamos nombrar clichés como la villa, la favela, o los barrios bajos de cualquier país), y que por  tanto poco importa. Tranquilos volvemos a nuestras casas, enajenados en un mundo de fantasía que niega la realidad contigua, que niega al otro.
Dejémosle al documental  la posibilidad de mostrar realidades, que son necesarias para vivir y convivir, y el resto, por favor, creen otros mundos, que son necesarios para soñar y progresar.

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