El contenido de este blogspot son ensayos, artículos, críticas u opiniones acerca del cine y del arte en general. Por favor, no mal-interpretar las intenciones: en el cine como en el arte no hay verdades absolutas, y lo que haya a continuación no es más que un punto de vista por momentos humilde, por momento pretenciosos. Para más info acerca de los objetivos de este espacio, por favor, remontrse a la primera nota.
"PRUEBA=NO ERROR"

Von Trier, la industria y la abyección

Lars Von Trier es un director alemán reconocido mundialmente por peliculas como “Bailarina en la oscuridad” o “Dogville”. Su última película “Anticristo” fue estrenada en el último Festival de Mar del Plata y fué ferozmente criticada por colegas, críticos y público en general.
Von Trier es un director de lo que podría considerarse como “la última Vanguardia Cinematográfica” que es el DOGMA. Este movimiento nace en contraposición a la maquinaria de producción estadounidense, Hollywood.
Las vanguardias en el arte nacen muy unidas de la mano con la política y la ideología. Si bien es posible afirmar que todo arte guarda una relación de este estilo, en las vanguardias esta relación se pone en evidencia, para que el choque discursivo entre lo nuevo y lo consolidado se de con la fuerza necesaria como para generar un cambio en el paradigma.
Ya en “Dogville” (y su secuela “Manderlay”), Von Trier plantea una relación, casi absurda, entre teatro y cine: ¿es teatro? ¿es cine? ¿si es teatro, porqué lo filma? ¿cuál es la necesidad?.
En “Anticristo” plantea otra relación, a niveles paradigmáticos creo que superior, la de la industria cinematográfica y la del cine de autor: utiliza actores “consagrados”, gran despliege de efectos visuales que dan cuenta de grandes despliegues de capital, y sobre todo la relación con un genero mítico, como ser el cine “de terror” yanki, que se vale del morbo para lograr el efecto, porque justamente es eso: un cine de efectos, no importa a qué costo, el espectador se debe “asustar o impresionar”; por el otro lado, el del cine de autor, se vale de “citas cultas” a obras clásicas del Bosco y de películas de Andrei Tarkovsky, director ruso, a quien dedica la película en una placa al final, como para cerrar con broche de oro esta película.
En una primera instancia, uno sale de la sala de cine verdaderamente trastornado, con la sensación de que no entendió nada. Permanece suspendido. Es la superposición de estos recursos, provenientes de modos de producción artística tan diferentes, la que genera esta sensación. En relación a esto debo decir, acaso como crítica a la película que la comunión entre los recursos probablemente no exista en la película misma, sino que debe ir a buscarse al exterior, es decir, al DOGMA, como ideología, a la misma historia del cine, y a las películas anteriores de Von Trier, a estas relaciones absurdas de las que ya hemos hablado.
Pero más alla de esto, lo que ha sido más criticado es la abyección de mucho de sus planos. Se sabe que la teoría del pensamiento cinematográfico actual sobre la cual se ha basado toda la producción actual, proviene de la Nouvelle Vague, hija del Neorrealismo italiano de post-guerra. Esta teoría dominante se basa en la moralidad y la ética como conceptos que estructuran el discurso “¿Qué se puede mostrar y cómo?”. Esta pregunta no es menor, y se refiere a los límites de la representación: ¿podemos filmar la muerte?¿cómo?. Con estos conceptos aparece su contra-cara: lo abyecto.
Sin embargo, lo abyecto aparece en relación a algo superior. Como algo necesario que se debe atravesar para llegar al sentido mismo de esas imágenes.

Plano detalle de una vagina. Unos segundos después, una tijera de metal entra en plano y se acerca peligrosa pero lentamente, si comparamos a ese tiempo con el de una película de terror efectista. Luego de unos segundos, la tijera se abre, y la protagonista se corta el clítoris.

Apuesto a que solo bastaban dos oraciones para que ud. suponga como iba a terminar, y sin embargo, lo escribí igual, y ud. lo leyó igual: Von Trier ataca al espectador haciéndolo desear ver, en un acto macabro/masoquista, solo para demostrarnos, que en el fondo nosotros también queremos que la mate, y que nuestra posición piadosa, humilde, y aparentemente humana, en tanto que es moral y éticamente correcta (demás está aclarar social) es solo la careta con la que afrontamos el mundo, la careta que nos han puesto la cultura dominante, la “mascara de hierro” fraguada en Hollywood.
Los planos “criticables” en términos, de abyección, juegan entonces en esta cancha, que es la de la apelación forzosa o el ataque. No corresponden, sino por oposición, al director: ¿Porqué lo ves, si sabés cómo va a terminar? ¿Por qué castigar una muerte, si ud. también la deseaba?
El miedo, la molestia ocasionada por la película es la posibilidad: también está en mi, yo también la hubiera matado, o lo habría hecho antes.
Von Trier nos dice algo que Roland Barthes ya había cuestionado: Hollywood nos enseño a amar, a dar nuestro primer beso. Creo que “enseñar” es un término muy sutil para lo que en verdad significa este sentencia: todo, hasta nuestra forma de amar ha sido condicionada. El pensamiento, naturalmente, no queda exento de este destino. Von Trier no pone en tela de juicio lo que se debe o no hacer, en términos morales, porque sabe, eso corresponde a la persona, al espectador. Lo que critica es al discurso dominante, lleno de rosas y buenos modales, y una ética intachable, personajes correctos éticamente, etc…
Esto es lo más importante del cine de Von Trier, naturalmente, quien no este dispuesto a aceptarlo, lo odiará, y por eso su mala reputación.

La relación existente entre Favio y un gato de la fortuna chino.

Leonardo Favio ha sido considerado por la crítica porteña (la única?) como un verdadero hacedor de películas donde lo KITSCH aparece constantemente: esto es, por sobre el resto de las características, la prefabricación de los efectos, y toda la maquinaria y operaciones técnicas, narrativas, musicales, cinematográficas todas que sustentan que se dé el efecto.
En esto, estamos totalmente de acuerdo. Pero debo decir que hay algo más, algo que evita que podamos dar por hecho este enunciado, tan común hoy en día.

Me permitiré 3 apartados:

1-Lucrecia Martel en una entrevista a Favio que le encargó la revista HACIENDO CINE, hablaba de las “estampitas”, que sus películas son como “pinturitas de estampitas”. Favio responde que “claro, son las imágenes de mi infancia en Lujan de Cuyo, donde vívia con mi tía y mi abuela. Ahí los cuartos donde dormíamos estaban abarrotados de velas, rosarios e imágenes religiosas. Y eso lejos de asustarme me divertía, me sentía protegido”.

2-En paralelo, un texto de David Oubiña, titulado “La vida del Juan Moreira, en colores, con sonido y todo, a pedido del cariñoso publico”, titulo original de la película, dice “Favio se vale de personajes que no son políticamente correctos/ejemplares. La vida ejemplar implica un juicio moral y una enseñanza. Favio se vale de la imagen del GAUCHO INFAME (cita la definicición de “infame” de Fucault: todas esas vidas que estaban destinadas a transcurrir al margen de cualquier discurso y a desaparecer sin que jamás fuesen mencionados han dejado trazos breves, insicivos y con frecuencia enigmáticos, gracias a su instantáneo trato con el poder, de forma que resulta ya imposible reconstruirlas tal y como pudieron ser en estado libre.” Se convierten en mitos más que en personajes históricos, dioses más que hombre.

Pienso en otras producciones si se quiere “criollistas” del mismo período y el anterior: versiones políticamente correctas de personajes históricos, con un mensaje político claro y repetido hasta el hartazgo con diversas caretas.

3-En oriente, el gato de plástico que mueve continua e imbécilmente su brazo como arañando, protege los hogares de las malas energías y atrae al dinero.


Dice Calimescu en su ensayo sobre el Kitsch: “La clase de gusto que satisface las formas inferiores del KITSCH no deben confundirse con el gusto popular. La cultura folclórica., resultado de un proceso de creación participativa largo, orgánico y múltiple es a pesar de su apariencia a veces torpe o naive muy elaborada y refinada. El arte folclórico crece desde abajo, mientras que la “cultura de masas” se impone desde arriba”.
La hipótesis de este texto, espero que esclarecida ya, es la de pensar la obra de Favio como una obra híbrida, entre los límites de lo folclórico y lo comercial, el Kitsch.
Su estetica barroca y exaltada, los personajes “infames” con los que trabaja, responde más a una cultura centenaria mas que a una regida por las leyes de mercado. Responde a un folclore puro del que ha mamado los años más vitales de su formación. Nunca hay una valorización moral de ese mundo, y tampoco se lo muestra como algo “exótico”.

Pero como dice Humberto Eco en “Estética del mal gusto”, lo Kitsch requiere de un contexto donde la obra o el objeto sea “inadecua cuado estéticamente”. Entonces, quien no haya vivido esa cultura (la de Moreira, Gatica, Aniceto o Nazareno) desde adentro, es muy probable que perciba lo folclórico como KITSCH, que las películas de Favio se nos aparezcan como se nos aparecen los gatos “saludadores” hoy en día en cualquier supermercado chino. Nos ha sido presentado como “bien de consumo”, y no en relación a su “valor ritual”. Son INADECUADAS ESTETICAMENTE para nuestro contexto.
¡¡Qué triste!! ¡¡Qué patetico!!

Hoy ese mismo director estreno una película clave para entender ésto, como es “Aniceto”, y nadie fue a verla, y miles salen a decir que es muy KITSCH, como con asquerosidad, lo que lleva a re-ver toda su producción anterior. Es cierto que la puesta en escena era demasiado radical como para aceptarla instantáneamente, y que probablemente haya sido “inadecuada estéticamente” para este contexto de películas actuales (a esto vale preguntar ¿qué son las películas actuales y cuál es su valor cultural? ¿Bañeros 3; El secreto…?)

Me pregunto ¿porqué el KITSCH de los gatos “saludadores” es simpático, y el de Favio pareciera que no? ¿Acaso sugiere cierta “culpa” o “nostalgia” en relación a nuestra cultura? ¿Porqué una película con formulas tan probadas como “El secreto…” es tan alabada, mientras que a las de Favio es justamente eso lo que se le critica?

Muchas veces las varas con las que mide la crítica, y con las que medimos nosotros, también nos han sido “impuestas” por sistemas y escuelas educativas que han reproducido cual “gato saludador” sus “mandamientos”,y eso también guarda algo de KITSCH, y nosotros aceptamos, movemos la cabeza al son de la mano del gato, embobados. En realidad muchas veces nos dan “leyes” por “filosofía”, cuando la “filosofía” no tiene nada que ver con lo empírico. Y nosotros somos tan dependientes culturalmente que no vemos más allá de nuestra insulsa vara.

Favio siempre fue un cineasta fiel a su estilo, su vida y su gente. Creo que eso es admirable. Y encima: “Aniceto”…¿qué más se le puede pedir a un artísta?.